martes, 23 de agosto de 2011

15 minutos al dia, por el resto de mi vida.

Como extraño verte todas las mañanas
disparado por el sueño, consumiendo disparates.
Verte sonreírle a la extraña que te espera,
tus zapatos finos y tu traje gris;
luces como una noche
radiante y exitante.

Aseguras la ausencia de personas en la calle
como si quisieras evitarlas,
por todas partes ves el vacío,
solo ella te espera.

Peinas un poco tu flequillo,
tomas partido y subes a tu camioneta;
avanzando lentamente logras contemplarla
mientras te retiras el saco y
dejas salir al sol desde tu pecho,
retienes el suspiro un momento,
sonríes y te vas.

Como si te conociera,
todos los días es igual
yo te espero y tú me buscas,
llenas mi día de aire
y así sigo flotando.

Pero que hastío aquel día que no estas,
me canso de esperarte
y corro a tu lugar.
Pregunto dónde has ido,
¿porqué esta mañana no has aparecido?

Me contesta una voz quebrada,
soñolienta probablemente:
- el no está y no regresará -
¿Qué ha pasado? me pregunto.
Pero la voz contesta mi pensamiento rápidamente:
- Ha muerto,
como la noche cuando llega el día -.

Como extraño verte todas las mañanas
disparado por el sueño, consumiendo disparates.
No voy a recordarte,
porque las mañanas son el suplicio suficiente
para no poder olvidarte.

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